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Durante la edad media, el fraile dominico Santo Tomás de Aquino (1225-1274) desarrolló una integración muy importante entre la filosofía clásica y la teología cristiana, y también contribuyó un número de ideas y argumentos originales. Como veremos, su pensamiento social ha sido de gran influencia. El tema social mas fundamental de Santo Tomás es el afirmar la naturaleza social del ser humano:
Pero seguidamente aclara el segundo aspecto sobre la propiedad, que el uso de la propiedad no es un derecho absoluto, sino que tiene un aspecto de deber social: En segundo lugar, también compete al hombre, respecto de los bienes exteriores, el uso de los mismos; y en cuanto a esto no debe tener el hombre las cosas exteriores como propias, sino como comunes, de modo que fácilmente de participación de éstas en las necesidades de los demás.[3] El punto fundamental aquí, es que Dios como creador es el último dueño de los bienes materiales, y los creó para los usos justos de los seres humanos, y aunque la mejor organización para este uso de los bienes es la propiedad privada, las necesidades básicas tienen prioridad. Santo Tomás aclara esto con un ejemplo: un hombre que se está muriendo de hambre tiene el derecho a robar para sobrevivir, aunque esto viole el derecho a la propiedad de alguien, ya que el derecho a la vida es más importante. Trayectoria Escolástica Las enseñanzas de Santo Tomás se han mantenido vigentes en la historia de la filosofía debido a sus muchos discípulos, en lo que se ha llamado la escuela escolástica o neoescolástica. A esta corriente filosófica se le llama escolástica por haber sido desarrollada inicialmente por las escuelas de teología medievales. Uno de los mas importantes de estos discípulos fue el fraile dominico italiano Francisco de Vitoria (1583-1646). Vitoria obtuvo la cátedra de teología de la Universidad de Salamanca en 1526. Su concepto de la sociedad refleja el de Santo Tomás: Así, pues, como las humanas sociedades sean constituidas para este fin, a saber, que nos ayudemos los unos a los otros a llevar las cargas, y entre todas las sociedades es la sociedad civil la en que más cómodamente atienden los hombres a sus necesidades, síguese que la comunidad es una naturalísima comunicación conformísima a la naturaleza, pues aun cuando en familia se presten los hombres mutuos auxilios, no se basta a sí propia cada familia... Es, pues, muy claro que la fuente y origen de las ciudades y de las repúblicas no es invento de los hombres ni artificio, sino cosa nacida de la naturaleza.[4] Vitoria es tal vez mas conocido por su defensa de la dignidad y los derechos de lo indios nativos de América, incluyendo su derecho a poseer tierras. Luigi Taparelli SJ (1793- 1862) que estudiaremos en detalle en otra pagina, se puede considerar un intérprete clave del neoescolasticismo social. El filósofo y jurista alemán Samuel von Pufendorf (1632-1694) era conocedor de las obras de Vitoria,[5] pero desarrolló una metodología diferente sobre la moral social, haciendo menos uso de la metafísica. Pufendorf fue educado en Leyes, y Taparelli lo acusa de depender demasiado de distinciones legales.[6] Por ejemplo, Pufendorf afirma: "La voluntad de cada persona difiere en muchos aspectos de las de otros... por lo tanto para preservar la decencia y el orden en la humanidad es necesario que haya una regla que regule... esta Regla se llama la Ley..."[7] Pero hay que reconocer que en la practica, "cuando hay algo oscuro en la ley natural, las leyes civiles lo pueden aclarar." Pufendorf sin duda ayudó a aclarar algunas cuestiones sociales y probablemente influenció indirectamente al mismo Taparelli [8]. Para nuestro estudio, es importante reconocer la admitida influencia de von Pufendorf en los filósofos morales escoceses, entre los cuales estaba Adam Smith. Adam Smith y La Economía de Mercado Adam Smith (1723-1790) fue profesor de filosofía moral en la Universidad de Glasgow en Escocia, pero es más conocido como el fundador de la ciencia económica, debido a su libro La Riqueza de las Naciones. Los conceptos económicos básicos de la oferta y la demanda y la competencia en los mercados tienen orígenes muy antiguos, pero el mérito de Smith consistió en codificar y analizar estos principios de una forma coherente y clara, como en su explicación de como la oferta y demanda conducen al más eficiente uso de recursos, en vez de que este uso sea planeado por algún gobierno o agencia: La cantidad de cada producto traído al mercado se ajusta naturalmente a la demanda efectiva... Si en algun momento la excede, algun componente de su precio se pagara por debajo... y el interés de los trabajadores y sus empleadores hará que se le dediquen menos recursos a este producto... Si la cantidad del producto traído al mercado es menor que la demanda actual, algún componente de su precio subirá... y el interés de los trabajadores y sus empleadores hará que se le dediquen más recursos... La cantidad total empleada anualmente en cada producto se ajustará a la demanda efectiva.[9] Esta economía de mercado es practica para muchos recursos, pero como el mismo admite, su aplicación al pago de trabajadores es problemática: "Un ser humano vive de su trabajo, y su sueldo tiene que ser por lo menos suficiente para mantenerlo. Y en la mayoría de las ocasiones tiene que ser algo más, si no sería imposible mantener una familia, y su raza no perduraría a otra generación."[10] A veces se acusa a Smith de ser culpable del abuso de los trabajadores, pero como moralista, el advierte: No sociedad puede ser floreciente y feliz en la cual la mayoría de sus miembros son pobres y miserables. Es justo además que aquellos que alimentan, visten y alojan a todo el cuerpo de la población compartan suficiente parte de los productos de su labor para que ellos mismos estén tolerablemente alimentados, vestidos y alojados.[11] Aunque desde luego Smith quiere restringir lo más posible la función económica de los gobiernos, no es justo culparlo de la rigidez de algunos de sus discípulos. Smith, por ejemplo, reconoce que los gobiernos deben de limitar los monopolios. [1] Santo Tomás de Aquino, Tratado de Gobierno, Libro I, Cap. I (Madrid: Benito Cano, 1785), 2-3. [2] Santo Tomás de Aquino, [Suma Teológica Segunda Parte, Segunda Sección, Cuestión 66, Articulo 2] Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino. [3] Ibid. [4] Francisco de Vitoria, Reflexiones Teológicas del P. Fraile Francisco de Vitoria (Madrid: Librería Religiosa Hernández, 1917) Tomo II, 7. [5] Georg Cavallar, The Rights of Strangers: Theories of International Hospitality (Abingdon, Oxfordshire: Routledge, 2002), 204. [6] Luigi Taparelli,S.J., Ensayo Teórico de Derecho Natural Apoyado en los Hechos (Madrid: Imp. de Tejado, 1866), Vol. I, p. 6. [7] Samuel Pufendorf, The Whole Duty of Man, Book 1, Ch. 2, Sections 1-2, pp. 22-23, mi traducción. [8] Ibid., Book 2, Ch. 12, Section 6. p. 255. [9] Adam Smith, The Wealth of Nations (1776), Book 1, (Chicago: Henry Regnery Company, 1953), 101-103. mi traducción. [10] Ibid., 102. [11] Ibid., 118. |